DIRECTOR DE REDACCION: MATIAS BOUCHET
REALIZADOR: EMILIO DE MELLO

jueves, 3 de noviembre de 2011


Opinión:
“El Negro” pueblo 
Aquellas revoluciones burguesas, con madres que llevaban a sus hijos en brazos y trabajadores que ponían el cuerpo por una sociedad más justa e igualitaria, que tenían como principal reclamo “no morir de hambre”. Éstos fueron los primeros levantamientos del pueblo ante injusticias y abusos. El “populacho” siempre criticado por ser pobre e ignorante, se levanto una y otra vez para cambiar el rumbo. Las masas populares han sido las encargadas de buscar el cambio en sociedades manejadas por la elite, los ilustrados y todos aquellos que por tener un poco más se creían/creen dueños de todo.
Cuando los derechos y libertades que se reclaman afectan a toda la sociedad nadie se acuerda de ellos, pero cuando los reclamos corresponden a un determinado grupo, ya no es la sociedad quien reclama, sino “el negro de mierda”. La clase alta con sus enormes posibilidades de educación, nunca se preocupó más que porque el banco no se vaya a quedar con sus ahorros, en cambio “el negro” perjudicado por su escaso acceso a la educación o a un libro, era el que salía a la calle a reclamar por ellos y los demás.
Fue ese mismo negro al que el Estado comenzó a dejar al margen, sí al margen de las grandes autopistas, donde hoy se aglomeran enormes villas, que comenzaron aparecer nada más y nada menos que con la dictadura militar. Claro, había que embellecer al país, llegaba el mundial de fútbol y como mostrar al mundo que en Argentina había pobres y negros. Primera medida, echar a todos los inmigrantes “vuelvan a su país” (no, no se confunda, parecen ser un discurso actual pero esto ya paso),  de este modo eliminábamos un poco de negros y solucionábamos parte del déficit habitacional, pero todavía quedaban nuestros negros y a partir de ahí donde había casas y gente se construían caminos, ¿y los negros?, al costado. Como cuando hay algo en el camino que molesta lo corremos, después vemos qué hacemos. Pero la solución nunca llegó.
Cansado de esperar y como en aquellas revoluciones burguesas, ahora el negro volvió a reclamar por una igualdad de derechos. “El negro se volvió revolucionario”, quiere trabajo en blanco y reparto de ganancia, obra social, salud y educación pública. Así, el negro comenzó a molestar más que nunca. Pero todavía hay un negro que es peor, el que no trabaja y vive de los subsidios del Estado, él que comenzó a ir a los actos políticos por el choripán y la bolsa de mercadería y no por convicciones. Ese que había quedado fuera del sistema y de algún modo se lo intenta ayudar para reinsertarlos en la “sociedad”. “Pero claro esta ayuda lo único que genera es que se sigan “reproduciendo”. Y  los hijos rubios de inmigrantes europeos como van a permitir esto, sumado a que si se le da plata el negro puede mandar sus hijos a la escuela tener educación y volverse más revolucionario aún. Porque el negro seguirá teniendo sangre de negro y viviendo en la villa.
Cuando menos atención se le presta mejor, en una de esas el deseo se cumple y desaparecen, y si no es así por lo menos, que no tengan contactos con la elite, que sigan en sus villas con su gente. Pero que no venga a intoxicar a los ciudadanos “comunes”  con sus malos hábitos, su cumbia, su paco, sus zapatillas y ropa deportiva.
Es que el negro no puede pedir igualdad, porque ellos no son comunes ni iguales a nadie, porque éste negro nació para vivir y trabajar a la sombra, no puede reclamar, no puede llorar ni reír, porque el “negro de mierda ni sentimientos tiene”.
por: Matias Bouchet.

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